Crisis de lactancia desde una mirada científica
Los bebés pueden transitar algunos momentos en su desarrollo donde presentan algunas conductas particulares: se muestran irritables, demandantes, lloran con más frecuencia y tienen más despertares en la noche o duermen menos tiempo. También piden el pecho con mayor frecuencia o incluso pueden tener períodos donde lo rechaza. Popularmente se describen estos períodos como “crisis de lactancia” o “brotes de crecimiento”.
En estos períodos “quisquillosos” es frecuente que los bebés quieran amamantar con mayor frecuencia, por lo que a veces se interpreta que está necesitando más cantidad de alimento.
Sin embargo, las investigaciones que conocemos hasta el momento ponen en duda estas creencias, puesto que sabemos que los bebés toman aproximadamente la misma cantidad de leche materna por día, hasta los 6 meses. A diferencia de los bebés que toman preparado lácteo, que necesitan aumentar el volumen del alimento para alcanzar las necesidades calóricas. La leche materna se mantiene relativamente constante en su volumen, al ser un fluido vivo, sus componentes se adecuan a las distintas necesidades del bebé en los distintos momentos del desarrollo.[1]
Cuando un bebé presenta estas conductas y se le dice a la madre o a la familia que está transitando una “crisis de lactancia” por un “brote de crecimiento”, es un mensaje peligroso, en tanto se puede interpretar como que el pequeño se está quedando con hambre y necesita aumentar la producción. Se responsabiliza a la lactancia de esta situación, cuando no es así. Podemos poner en riesgo la lactancia, pues ¿qué madre quiere que su bebé pase hambre? Ante el miedo o la duda, puede llevarla a ofrecerle preparado lácteo, cuando sería totalmente innecesario.
Al indagar sobre el concepto de “crisis de lactancia” en internet, rápidamente podremos encontrar cientos de miles de resultados. Sin embargo, cuando indagamos en bases de investigaciones científicas, no hay evidencia que fundamente la idea. Esta realidad nos pone de manifiesto la facilidad con la que adoptamos creencias populares como saberes científicos.
Por otro lado, la antropóloga Hetty van de Rijt y el psicólogo Frans Plooij han desarrollado el concepto de “semanas maravillosas”.[2] Estos profesionales describen estos períodos “quisquillosos”, como saltos en el desarrollo de un niño. Recordemos que durante los primeros tres años de vida el cerebro de nuestros bebés crece un 80%. Es decir, que durante este tiempo las conexiones cerebrales estarán en permanente crecimiento, generando modificaciones cognitivas, conductuales y emocionales.
Estos autores sugieren que en este primer período de la vida se generan ciertos momentos en el desarrollo en donde se dan transformaciones tan importantes a nivel neurológico, que se ve reflejado a nivel conductual y emocional en el bebé. Por ejemplo, sobre los tres meses en donde popularmente se describe una de las grandes crisis de lactancia, es un momento del desarrollo sumamente importante, en donde el bebé integra la visión con la motricidad, y comienza a tomar objetos con sus manos para llevarlos a su boca.
Para entender esta idea podemos compararlo con nuestra realidad cotidiana. Pensemos cuando comenzamos un trabajo nuevo, o cuando estamos aprendiendo algo que nos genera mucho interés o emoción. Puede sucedernos que nos cueste dormir, que nos despertemos en la noche, incluso que nos alimentemos con más frecuencia como una forma de manejar la ansiedad. Si esto nos genera a nosotros de adultos, podemos imaginar el impacto que puede tener en un pequeño bebé cuando está descubriendo que es capaz de rolar, cuando descubre sus manos o cuando es capaz de trasladarse a través del gateo.
La mejor forma de acompañar a los bebés en estos períodos de mayor demanda, es mantenerse atento a sus necesidades, ofreciendo alimento cuando necesita, acompañando los despertarse y las distintas manifestaciones que surjan. Si toma pecho materno, la lactancia es el principal regulador emocional. Si tiene hambre la saciará, pero también si siente miedo,
soledad, ansiedad o incluso ante sensaciones de alegría o emoción, el pecho materno ayuda a regular las emociones y transitarlas.
Estos momentos serán días o semanas más intensas, de alta demanda. Pero pensemos cuán distinto puede ser tomado si los padres piensan que su bebé está transitando una “crisis de lactancia”, a saber, que está experimentando una “semana maravillosa”, un salto en su proceso de crecimiento y aprendizaje. Lic. Claudia López Rodríguez, IBCLC [1] Kent JC, Mitoulas L, Cox DB, Owens RA, Hartmann PE. Breast volume and milk production during extended lactation in women. Exp Physiol. 1999;84(2):435‐447. Kent JC, Leon MR, Cregan MD, Ramsay DT, Doherty DA, Hartmann PE 2006, Volume and Frequency of Breastfeedings and Fat Content of Breastmilk Throughout the Day. Pediatrics 117:(3),e387-e395. Nielsen SB, Reilly JJ, Fewtrell MS, Eaton S, Grinham J, Wells JCK 2011, Adequacy of milk intake during exclusive breastfeeding: A longitudinal study. Pediatrics 128(4):e907-e914. [2] Frans X. Plooij, Xaviera Plas-Plooij, Hetty Van de Rijt, PhD. The Wonder Weeks: A Stress- Free Guide to Your Baby' Behavior. W. W. Norton, Incorporated, 2019
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