El sueño del bebé es una preocupación que llega a muchas familias a diario, si duerme mucho o poco, si lo hace mayoritariamente de día o de noche y muchas veces se preguntan si es necesario enseñarle a dormir.
La realidad es que los bebés llegan al mundo sabiendo dormir, es algo que ya hacen desde la panza, antes de nacer, sin que nadie les enseñe.
Los recién nacidos incluso, pueden llegar a dormir de 14 a 18 horas diarias, dependiendo de cada niño pero necesitan, y lo hacen, despertarse de forma frecuente.
Una de las características del sueño del bebé es que es ultradiano, es decir, que no distinguen el día y la noche y a su vez es polisecuencial, que realizan siestas cortas y frecuentes.
El recién nacido necesita sentirse seguro, necesita estar alerta y saber que su cuidador está presente, está disponible y por ello son sus frecuentes despertares.
Por otro lado, el recién nacido necesita alimentarse de forma frecuente, hablamos de entre unas 8 a 12 veces al día (esto es independientemente si es alimentado con leche materna o preparado para lactantes) por lo que sus despertares son esperables.
Otra de las características del sueño del bebé es que su ritmo es bifásico, es decir, que solo tiene dos fases: REM (sueño liviano) y NREM (sueño lento o profundo), fases que duran entre 50-60 minutos, otro motivo para sus frecuentes despertares que como ya vimos es una necesidad para asegurar su supervivencia.
El sueño REM le permite estar en alerta. Durante esta fase, se continúan creando conexiones neuronales que permiten desarrollar su capacidad cognitiva, incluso dormidos.
Los adultos tenemos más fases de sueño NREM, ya que necesitamos un mayor descanso físico a diferencia de los bebés.
Entonces, podemos decir que es esperable que un bebé se despierte de forma frecuente. El desafío como adultos es acompañarles, comprender y anticiparse a sus necesidades básicas como sueño, alimentación, cuidado para asegurar una mejor convivencia.
