Importancia de los cambios en la alimentación luego de la lactancia
Por las doctoras Cecilia Raimondo y Ana Laura Roveta

El ser humano necesita una alimentación adecuada según la etapa de la vida en que se encuentra. La leche materna es el alimento ideal para bebé desde el nacimiento hasta los 6 meses de vida ya que proporciona los nutrientes adecuados, brinda inmunidad, y genera un vínculo afectivo emocional importante con la madre.
Es así que para Unicef es una solución a la desnutrición y para la supervivencia de la población infantil. Además de los innumerables beneficios de la lactancia materna esta tiene una influencia directa en el desarrollo psicomotor y craneofacial.
Desde el punto de vista del desarrollo pisco motor los movimientos que se generan durante la lactancia preparan al sistema neuromuscular masticatorio para incluir posteriormente los alimentos de distintas consistencias.
Desde el punto de vista de desarrollo cráneo facial la lactancia materna intensa y prolongada proporciona el primer gran estímulo de desarrollo posteroanterior y transversal de los huesos maxilares. Esto se traduce en un crecimiento hacia adelante y en ancho de la cara del niño fundamental para el desarrollo de las funciones masticatorias, deglutorias y respiratorias.
Al nacer la mandíbula está retruída, ya que por una parte facilita el tránsito de la cabeza por el canal de parto y, por otra parte, facilita el trabajo de amamantamiento del pecho materno, en base a un movimiento repetido de adelante atrás de la mandíbula, capturando el pezón y ordeñándolo, aplicando fuerzas importantes que van tonificando la musculatura y van entrenando los reflejos naturales de respiración y deglución.
El avance y retroceso del cuerpo mandibular repetido varias veces, con un importante gasto energético, genera al cabo de los meses un crecimiento mandibular en el plano sagital (hacia adelante) que llevan a que se enfrenten el maxilar superior con el inferior. Esto se denomina primer avance mandibular.
A partir de los 6 meses de vida el niño está preparado a nivel psicomotor para introducir alimentos que complementen a la leche materna y cubran sus necesidades nutricionales. Es en este momento cuando erupcionan los incisivos inferiores y superiores llegando al contacto de sus bordes incisales y estableciendo el entrecruzamiento correcto.
Este es el momento mágico del desarrollo del sistema masticatorio ya que los patrones de movimiento masticatorio se empiezan a adquirir con la erupción de los primeros dientes.
Cabe recordar que la leche materna está recomendada como alimentación exclusiva hasta los seis meses y como complementaria hasta los dos años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Hacia los 6 meses de vida, la mayoría de los bebés ya se mantienen sentados y pueden agarrar objetos con la mano y llevárselos a la boca. Sobre esa edad, muchos también pueden aplastar con labios y encías los alimentos blandos y tragarlos. Es aconsejable promover la masticación bilateral y alternada desde el comienzo de la alimentación semisólida. Siendo importante sentarse frente al niño y ofrecer la cucharita con comida primero hacia un lado de los rebordes y luego hacia el otro alternado derecha e izquierda en cada ingesta. Así mismo el niño debe sentarse en su propia silla erguido, nunca inclinándose hacia atrás y permitir que coma a su propio ritmo y bajo su propio control.
A nivel del crecimiento dentofacial la masticación bilateral y alternada es fundamental. Su ausencia durante el desarrollo puede provocar asimetrías dento faciales de distinta magnitud según el grado de alteración de la función masticatoria. Los patrones neuromusculares que se forman en estas primeras etapas de la vida (hasta los 4 años) se fijarán en el tallo cerebral y permanecerán el resto de nuestras vidas.
El buen uso muscular es fundamental en los primeros 1000 días (o sea desde el nacimiento hasta los dos años).
En este sentido, el método Baby Led Weaning – BLW (alimentación complementaria autorregulada por el bebé) es altamente aceptado basado en los principios antes dichos.
Según este método, el niño de 6 meses es capaz de comer con sus manitos incorporando desde el inicio alimentos sólidos de forma segura, natural y respetuosa. Un aspecto interesante es que el bebé autorregula su apetito ayudando a mantener la lactancia ya que la alimentación complementaria es realmente complementaria y no sustituye a la misma.
Entre los 3 y 5 años debe estar consolidada una dieta dura, fibrosa y seca. A nivel dentario este período se llama de utilización y desgaste. Este tipo de dieta genera más trabajo muscular y estímulo de centros de crecimiento fundamentales para el desarrollo de los maxilares los cuales se preparan para recibir a los dientes permanentes.
A los 5 años debe estar presente la atrición dentaría fisiológica. Este desgaste elimina trabas en el crecimiento de los maxilares y permite el segundo avance mandibular que dará lugar a la erupción del primer molar permanente. Este saldrá por detrás de toda la hilera de dientes temporarios. Muchas veces pasa inadvertido por los padres ya que no reemplaza a ningún diente de leche.
Hoy en día los niños consumen una dieta blanda con alimentos procesados dando como resultado un subdesarrollo de estructuras óseas incrementando las maloclusiones, donde se pierde la influencia de la presión masticatoria.
Al realizar excursiones mandibulares laterales el niño puede masticar toda clase de alimentos. Las fuerzas producidas por el impacto masticatorio son trasmitidas al hueso alveolar a través de los dientes y el ligamento periodontal, estimulando el crecimiento y desarrollo maxilar y mandibular. La dieta dura o semidura favorece las excursiones mandibulares laterales para desgarrar toda clase de alimentos. Una dieta blanda puede ser desgarrada solo con movimientos de apertura y cierre de la mandíbula pues requiere menos fuerza. Aún más, la comida dura requiere un mayor número de ciclos masticatorios que la comida blanda para ser aplastada y desgarrada.
Las consecuencias de la falta de una correcta masticación son problemas habituales en odontología dando como resultado:
1. Apiñamientos dentarios en dentición temporaria y permanente por falta de desarrollo de sus bases óseas.
2. Caries de repetición, problemas en las encías por alteración de la masticación (sangrado, movilidad, pérdidas dentarias).
3. Problemas articulares de ATM como dolor articular, ruidos y perdida de movilidad articular.
4. Incluso se manifiesta por dolores de oídos, vértigos, cefaleas, migrañas, dolores de cervicales, lumbalgias.
5. Alteraciones en función respiratoria y deglutiría.
6. Alteraciones digestivas, alérgicas y muchos otros problemas más complejos como problemas de ansiedad e insomnio.
7. Asimetrías mandibulares y por lo tanto dentarías y faciales.
Teniendo en cuenta estos aspectos resulta fundamental el consejo del dentista pediátrico en el desarrollo psicomotor, cráneo facial y funcional del niño. El hábito y rutina instalados en los primeros 1000 días trascenderán para el resto de la vida.
Las funciones respiratorias, masticatorias y deglutorias tienen un impacto importante en la calidad de vida del individuo.
Por lo dicho en este artículo es fundamental el trabajo multidisciplinario siendo el dentista un pilar fundamental en la guía y desarrollo de las correctas funciones orofaciales, crecimiento de la cara y cráneo así como para fomentar un correcto desarrollo dentario.
Dra. Cecilia Raimondo
Odontóloga
Especialista en Ortodoncia Miofuncional
Terapeuta Miofuncional Docente de la Formación Avanzada en Lactancia Iulam
Dra. Ana Laura Roveta
Odontóloga
Especialista en Ortodoncia y Ortopedia BMF
Terapeuta Miofuncional Docente de la Formación Avanzada en Lactancia Iulam
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