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Mastitis: una afección común, subestimada y con implicancias importantes

La mastitis es una de las complicaciones más frecuentes durante la lactancia, pero también una de las menos visibilizadas. Esta inflamación de la glándula mamaria puede aparecer con o sin infección, y afecta principalmente a personas lactantes, aunque también puede presentarse fuera de ese período. A pesar de su impacto en la salud y el bienestar, sigue siendo un tema poco abordado en la práctica médica.

En este artículo, repasamos sus causas, formas de prevención, abordajes terapéuticos y por qué es tan importante detectarla y tratarla a tiempo.


Mastitis: una afección común, subestimada y con implicancias importantes

¿Qué es la mastitis?

La mastitis es una inflamación del tejido mamario que puede causar enrojecimiento, dolor, hinchazón, fiebre y malestar general. La forma más común es la mastitis lactacional, que suele surgir en las primeras semanas posparto, aunque puede presentarse en cualquier momento de la lactancia. También existe la mastitis no lactacional, menos frecuente, que puede generar confusión con otras patologías mamarias, como el cáncer de mama.


¿Qué tan frecuente es?

Se estima que alrededor del 13 al 33% de las personas lactantes pueden experimentar mastitis, según datos de países como Estados Unidos, Australia, Reino Unido y Finlandia. A pesar de esta alta prevalencia, muchas veces no se recibe atención oportuna ni un acompañamiento adecuado.


Factores de riesgo

Algunos factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar mastitis. Algunos son modificables, por lo tanto pueden prevenirse o tratarse, y otros no.


Modificables:

  • Grietas o dolor en los pezones

  • Técnica de lactancia inadecuada

  • Uso de ropa interior ajustada

  • Tabaquismo

  • Higiene mamaria deficiente

  • Piercings en el pezón


No modificables:

  • Edad materna mayor a 30 años

  • Antecedentes de mastitis

  • Cambios hormonales

  • Condiciones como la diabetes


¿Qué microorganismos están involucrados?

El agente más común es Staphylococcus aureus, aunque también pueden estar implicados Staphylococcus epidermidis, Escherichia coli, Streptococcus y, en casos más raros, levaduras como Candida albicans o incluso Mycobacterium.


Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico suele hacerse con un examen físico, aunque en casos complejos se pueden requerir ecografías, cultivos bacterianos o, muy ocasionalmente, biopsias. El tratamiento más habitual es con antibióticos, pero el aumento de la resistencia bacteriana ha llevado a explorar otras alternativas como los probióticos o terapias complementarias basadas en fitoterapia.


Prácticas que ya no se recomiendan

La actualización constante es fundamental para ofrecer una atención basada en evidencia. Algunas intervenciones que fueron comunes durante años hoy ya no se aconsejan, ya que pueden agravar la inflamación o aumentar el riesgo de complicaciones.


Actualmente no se recomienda:

🚫 Aplicar calor local o baños con agua caliente

🚫 Realizar masajes intensos sobre el área afectada

🚫 Hacer ordeñe excesivo con el objetivo de “vaciar” el pecho

🚫 Iniciar antibióticos ante los primeros síntomas, sin evaluación profesional

🚫 Esterilizar a diario extractores y utensilios (se aconseja limpieza adecuada según indicaciones del fabricante)


La evidencia actual indica que estas prácticas pueden perpetuar los síntomas o interferir en una recuperación adecuada.

Promover un enfoque actualizado mejora la calidad de la atención y el bienestar de quien amamanta.


¿Puede tener consecuencias graves?

Sí. Cuando no se trata a tiempo, la mastitis puede derivar en abscesos mamarios que requieren drenaje quirúrgico. Además, ciertas formas de mastitis no lactacional pueden imitar el cáncer de mama en los estudios de imagen, lo que genera angustia y requiere evaluación especializada.


Hacia un abordaje más integral

Aunque existen guías clínicas claras y tratamientos eficaces, muchos casos de mastitis continúan siendo subestimados. Las investigaciones actuales apuntan a mejorar los métodos diagnósticos, identificar marcadores específicos y desarrollar tratamientos más personalizados.


En resumen

La mastitis no es una simple molestia durante la lactancia. Es una afección que puede afectar de forma significativa la salud física y emocional de quienes amamantan, así como el bienestar de los bebés. Reconocerla, abordarla con un enfoque respetuoso e informado y promover una mayor formación profesional en el tema son pasos clave hacia una atención más humanizada y efectiva.


Referencias:


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