DISCIPLINA POSITIVA: revisión bibliográfica.
Por Lic. en Psicomotricidad Jimena Avellanal, en el marco del trabajo final de la Certificación en Educación Positiva Infantil.
Jane Nelsen y Lynn Lott (2001) han adaptado y ampliado las ideas de Adler y Dreikurs surgidas en el ámbito médico para el hogar y el aula. Estos, sostenían que las habilidades de relacionamiento social se podían aprender y por lo tanto enseñar, y para ello las personas NECESITABAN igualdad, respeto y dignidad.
La DISCIPLINA POSITIVA es una filosofía educativa de vida. Educar en positivo es educar para la vida, proponiendo un equilibrio amable y firme como justo medio entre una educación autoritaria y una educación plenamente permisiva. (Nelsen, 2001)
Nelsen (2001) plantea que históricamente la punición ha sido la principal herramienta para educar: “La disciplina punitiva es popular porque parece funcionar. Y digo “parece” porque en realidad funciona si lo único que se pretende es poner fin temporalmente al comportamiento no deseado” pero Nelsen propone cambiar la mirada cortoplacista y ampliar la misma preguntándonos: “¿Cuáles son los efectos a largo plazo para los pequeños?, ¿Qué piensan, sienten y deciden, acerca de sí mismos y de lo que harán en el futuro?” (p. 17)
En esta misma línea, “La disciplina positiva anima a los niños – y a los adultos – a generar creencias positivas acerca de sí mismos, su mundo y su comportamiento. En este estado de la mente, pueden aprender de sus errores y/o determinar cuál es la mejor forma de corregir el daño o prejuicio que pudiera haber ocasionado su comportamiento.” (p. 26)
Este cambio de mirada genera pensar en la necesidad de instruir A LOS PADRES en la educación de los niños, basándose en el respeto. Implica aprender para enseñar. En la medida que somos respetuosos, la disponibilidad de los niños es diferente a la hora de aprender y de comportarse. Al mismo tiempo es fundamental ver que los adultos somos modelos, ya sea positivos o negativos, de forma permanente para los niños. (Nelsen, Erwin y Foster, 2018)
La Disciplina Positiva está diseñada para animar a los niños, y enseñarles autocontrol y autodisciplina. De forma respetuosa considera al niño como activo en los procesos de aprendizaje. Será el niño quien aprende a auto relajarse para actuar desde su cerebro organizado y no desde su cerebro primitivo. (Nelsen, 2001)
La idea es proporcionar a los niños la posibilidad de potenciar su capacidad innata de autorregulación, distinguiéndose del habitual castigo o sobreprotección.
Se plantea que el aprendizaje sólo es posible en la medida que los niños se sientan motivados, ya que así se sienten parte, pudiendo ser sujetos activos, dejando de ser sujetos de cuidado a ser sujetos de derecho.
Desde esta óptica, el verdadero aprendizaje ocurre cuando se aprende a reaccionar a las experiencias desde la responsabilidad y ello solamente es posible en un ambiente de seguridad. Ni el castigo ni la recompensa pueden generar este clima. Es esencial construir modelos basados en el aliento hacia los niños, generándoles seguridad y confianza en ellos mismos y en el entorno. (Nelsen 2001)
A su vez, Nelsen (2001) plantea que detrás de todo comportamiento existen creencias que los sustentan. El adulto debería empeñarse en decodificar ese mensaje que se transmite en forma de conducta, para responder así de forma ajustada. “Debemos ser lo suficientemente receptivos para descubrir qué hay detrás de las simples palabras y comprender el mundo de los niños.” (p. 65)
La disciplina positiva se sustenta en los siguientes criterios (Nelsen, Erwin y Foster, 2018):
-Ser amables y firmes a la vez. Limitar sí, de forma amable.
-Los seres humanos aprenden mejor nuevos patrones de comportamiento mediante aprendizaje experiencial. Necesitan poner en acción.
-Mejorar la necesidad básica de aliento, enfatizando "la conexión antes de la corrección". Dar al niño la posibilidad de sentirse importantes, mirados, reconocidos.
-Poner el foco en el largo plazo. Es importante acompañar en las necesidades a largo plazo y no enfatizar en la conducta de hoy, ahora.
-Se centra en el desarrollo de habilidades socioemocionales: las emociones son vistas como NECESARIAS para la convivencia y el autoconocimiento.
-Se acompaña en el desarrollo de las propias capacidades, respetando tiempos y
-Es preciso ir más allá de las consecuencias lógicas para interpretar adecuadametne la conducta, por lo que el error es imprescindible No hay aprendizaje sin error.
Desde la Disciplina Positiva el adulto es visto como quien acompaña al niño a explorar sus habilidades y alcanzar su potencial. Para ello se cuenta con las siguientes habilidades básicas (Nelsen, Erwin y Foster, 2018):
- Generar acuerdos y pautas construidas en conjunto con los niños.
- Trabajo explícito de la autorregulación.
- Habilidades de comunicación: aprender a ser tanto un buen emisor como un buen receptor. Importancia de la comunicación asertiva.
- Respeto mutuo: respeto por uno mismo, por la situación y por los demás.
- Cooperación como agente motivador de aprendizaje.
- Trabajar sobre el error y la posibilidad de repararlo.
- Respetar las diferencias.
- Aliento: como motivador.
Desde el encuadre de la Disciplina Positiva además, el niño podrá construir una noción de sí mismo que lo motiva y lo impula al aprendizaje, en el más amplio sentido del mismo. Se enumeran siete percepciones y habildiades significativas que surgen de la DP por parte del niño (Nelsen, Erwin y Foster, 2018):
- Soy capaz.
- Puedo contribuir de manera significativa y soy genuinamente necesario. Puedo influir en lo que me sucede en la vida.
- Tengo la capacidad de comprender mis emociones, usar ese conocimiento para desarrollar autodisciplina, autorregulación y aprender de mis experiencias.
- Tengo la capacidad de trabajar con otros y desarrollar amistades a través de la comunicación, la cooperación, la negociación, el intercambio, la empatía y la escucha.
- Tengo la capacidad de responder a los límites y las consecuencias de la vida cotidiana con responsabilidad, adaptabilidad, flexibilidad e integridad.
- Tengo la capacidad de pensar con sabiduría y evaluar situaciones de acuerdo con los valores apropiados.
En tanto, a través de la DP el niño desarrolla habilidades centrales para la vida: habilidades inter e intra personales, habilidades sistémica sy capacidad de juicio. A la vez que construyen una imagen de sí mismos que les es confiable y a partir de la cual pueden motivarse para el intercambio con el otro. Imagen que a su vez se construye en el intercambio con los otros como modelos.
Al decir de Nelsen (2001) “La disciplina positiva puede ayudar a mejorar la conducta sin sacrificar la autoestima”, esto supone un cambio en el paradigma de la visión de niño, de la crianza y la educación. (p. 186)
REFLEXION:
Varias formas en que tomar conocimiento de la Disciplina positiva impactó sobre mis prácticas y vínculo con las infancias.
En primer lugar, la certificación me hizo derribar absolutamente algunas creencias incorrectas sobre la Disciplina Positiva. Estaba convencida de que lo que muchas veces se ve por ahí, sobre todo en las redes, sobre la DP no podía ser cierto, me resultaba incongruente que se expandiera tan rápidamente una disciplina que promueva criar sin límites, poniendo al niño sobre todo, sus deseos, intereses y necesidades por encima de cualquier otro aspecto. En tanto la certificación me confirmó que la DP no va por este camino, si no que por otro lado, propone criar y educar de una forma respetuosa, afectuosa pero con limites firmes y claros. Desde los ámbitos en los que me desarrollo profesionalmente, muchas veces me toca trabajar con padres y madres acerca de la importancia de los límites: suelo transmitir la idea de que limitar es querer, justamente porque te quiero te limito. Pero entender esto en el marco de la DP, y tener más herramientas teóricas me ha permitido poder enriquecer mucho más este discurso que entiendo tan oportuno e importante a la hora de trabajar con quienes crían: tanto padres como miembros de los equipos educativos.
Por otro lado, entender la transición en la que nos encontramos, porque muchos de nosotros que hoy criamos, fuimos criados bajo el paradigma de la crianza punitiva, pero intentando en la actualidad criar desde un modelo más positivista, me permite pensar ello desde una mirada menos cargada de juicios de valor, más comprensiva. En tanto, me juzgo menos, me critico menos, y elijo abrazarnos más, entendiendo el inmenso valor que tiene que nos estemos cuestionando cosas que tenemos arraigadas profundamente.
En mis prácticas laborales, he comenzado a poner el tema sobre la mesa directamente con mis colegas y compañeros, problematizando, colectivizando lo aprendido. No puedo parar de reflexionar y expandir la reflexión acerca del cambio de paradigma donde el niño pasa de ser de objeto de cuidado a sujeto de derecho. Creo que esto es central en la disciplina positiva, aunque tácito, me resulta algo digno de divulgar, de poner la mesa y pensarnos al respecto.
Entiendo que aunar criterios con el equipo de trabajo es fundamental, posicionarnos todos sobre esta mirada es una batalla que estoy dando. Resulta también sumamente importante posicionarnos en la riqueza que tienen las diferencias: por un lado entre quienes criamos - educamos, diferencias que nos hacen posicionarnos en tanto desde planos distintos, todos posibles de enriquecer, y por otro, diferencias entre los niños que como sujetos cada uno de ellos con sus particularidades, necesidades, deseos , intereses, tiempos y ritmos diversos deben ser mirados y atendidos desde estas particularidades.
Una vez trabajado dentro del equipo entiendo de suma riqueza generar espacios de intercambio con los padres a fin de compartir esta lógica de trabajo, con esta mirada particular y diferentes invitándolos a construir juntos: familia – centro, una forma respetuosa, amorosa y cuidadosa que pueda ir más allá de las paredes del centro educativo.
Algunas veces he escuchado, e incluso me he cuestionado, que la Disciplina Positiva pretende ir de un modo de crianza adulto céntrico a uno niño céntrico. Luego de pasar por la certificación, creo que no se trata de poner a unos u otros en el centro, si no de trabajar con el niño aspectos fundamentales como la regulación emocional, que nosotros mismos podemos y entiendo que debemos, trabajar en nosotros mismos, para encontrar una forma de vivir cada vez más conectada, y que puede quizás dar solución a uno de los mayores problemas de esta era, la fragilidad en la salud mental.
Bibliografía:
- Nelsen, J. (2001). Disciplina Positiva. Ed Ruz.
- Nelsen, J., Erwin, Ch. y Foster, S. (2018). Disciplina Positiva para educadores de la Primera Infancia. [Archivo PDF]
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